Sabina Naftulovna Spielrein, nació en Rostov del Don (Rusia Zarista) un 7 de noviembre de 1885 y falleció un 12 de agosto de 1942, a sus 56 años de edad, en la que ya era la Unión Soviética.
La vida de Sabina fue convulsa desde su infancia, siendo una niña maltratada física y psicológicamente por sus padres. Era una persona con un intelecto brillante y que destacó en los estudios.
A sus 18 años fue internada en una clínica psiquiátrica de Zurich, donde conoció a Carl Gustav Jung el cual se convertiría en su terapeuta. Una vez recuperada, ingresó en la escuela de medicina de la Universidad de Zurich —la primera universidad en aceptar mujeres a nivel europeo— y en 1911, Sabina Spielrein, se graduó en medicina defendiendo una tesis sobre un caso de esquizofrenia. Con ella obtuvo tanto la licenciatura en medicina como una matrícula de honor en psiquiatría. En ese mismo año, fue elegida miembro de la Wiener Psycoanalytische Vereinigung (Asociación Psicoanalítica de Viena), convirtiéndose así en la primera mujer miembro de una asociación en ese campo científico.
En los años siguientes se dedicó al trabajo clínico en Viena y Berlín. Se concentró, por esa época, en temas de pedagogía y psicología evolutiva y daba conferencias sobre psicoanálisis a niños del Instituto Rousseau.
En 1923, una vez regresado a Rusia, se hizo miembro de la Asociación Psicoanalítica Rusa y Analítica Didáctica. Paralelamente, fue gerente de la unidad de paidología de la universidad estatal y trabajó junto a Vera Schmidt —pionera también en la teoría psicoanalítica—, en un jardín de infancia en Moscú, denominado White Nursery.
La institución fue creada con la finalidad de fomentar el crecimiento de los niños como personas libres, lo más pronto posible. Dicha institución fue clausurada, tres años más tarde, por mandato de Ióssif Stalin bajo la acusación de practicar perversiones sexuales a los menores.
Aunque en la Unión Soviética estaba prohibido el psicoanálisis, Sabina continuó trabajando hasta 1940. En 1942 y tras la ocupación nazi de Rostov, ella y sus dos hijas (Renate y Eva) fueron fusiladas, junto a otros/as judíos/as, frente a una sinagoga.
No fue hasta 35 años después, en 1977, que de forma accidental se descubrieron, en el sotano del Palacio de Wilson de Ginebra, una caja con sus documentos personales —su diario, escritos personales y correspondencia—.
A pesar de ser una psiquiatra pionera de la teoría psicoanalítica, donde su principal aporte teórico fue la elaboración del concepto de «Pulsión destructiva sádica» —teoría que posteriormente fue plagiada por S.Freud, modificándola mínimamente y dando luz a «Pulsión de muerte»—, Sabina ha pasado mayoritariamente a la historia, solo, como paciente y amante del Dr. Jung y como nota a pie de página en las obras de Sigmund Freud.
Las obras de Sabina se pueden encontrar en inglés, francés, alemán y castellano (éste último de manera muy residual), pero me ha resultado complicado poder encontrar un listado claro de sus obras. De hecho, y durante ese proceso de búsqueda, he podido observar el olvido y falta de reconocimiento hacia Sabina Spielrein desde la comunidad científica y literaria.
Podéis hacer un ejercicio, de treinta segundos, para verificar lo que os comento. Buscad en Google «Sabina Spielrein libros» y en otra pestaña buscad «Sigmund Freud libros». ¿Lo veis? En la búsqueda de Spielrein podéis saber vida y milagros de su vida personal/amorosa/sexual y casi nada de sus obras o aportación a la ciencia. En cambio, en la de Freud, TODOS los enlaces se refieren a sus obras científicas.
Por eso es tan importante dar a conocer figuras femeninas y/o feministas que han tenido un papel importante en nuestra historia y han sido dejadas a manos del olvido más cruel.
(Fuentes: El País diario, Wikipedia, Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, Página 12)
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